v.1. La iglesia de Corinto abundaba, evidentemente, en dones especiales y espirituales dados por Dios, como sabiduría, conocimiento, fe, sanidades, milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas y la interpretación de lenguas. Algunos estaban desanimados porque no tenían estos dones, otros estaban enorgullecidos y envanecidos por sus cargos y capacidades, y algunos abusaban y hacían un mal uso de estos dones. Pablo les escribe con respecto al Autor de los dones, la excelencia de éstos, y la naturaleza y verdadero uso de los mismos, y añade: “No quiero que estéis mal informados acerca de este asunto.”
v.2. “Ninguno de vosotros tiene razón alguna para sentirse orgulloso o envanecido con vuestro conocimiento y dones.
Dios os encontró en medio de la idolatría pagana; por lo que, si habéis sido favorecidos con sabiduría espiritual o con algún don, se debe a su gracia, no a vuestro mérito” (1 Co. 4:6,7).
Atribuyamos todo a la gracia soberana de Dios y humillémonos por nuestra indignidad...
v.3. Todo creyente tiene al Espíritu Santo, el cual nos regenera, llama, santifica y mora en nosotros (Ro. 8:9; 1Co.2:12).
Tengamos o no dones inusuales, tenemos al Espíritu de Dios, evidenciado por el hecho de que reconocemos con nuestros labios, corazones y vidas que Jesucristo es Rey de reyes y Señor de señores. Ningún hombre tiene este conocimiento o confiesa esta verdad excepto bajo el poder y la influencia del Espíritu de Dios (Jn. 16:13-15).
v.4. Hay dones diferentes; nadie los tiene todos, pero todos tienen alguno y, aunque no todos somos iguales, es, sin embargo, el mismo Espíritu Santo quien da los dones y las bendiciones como le agrada (vv. 11,18).
Humíllense los que tienen mucho, y los que tienen poco sean agradecidos.
v.5. Hay diferentes ministerios en la iglesia. Uno ministra como pastor, otro como anciano, otro como diácono, otro en esta o aquella capacidad; pero todos sirven al mismo gran Señor de la iglesia. Es su iglesia, su viña y su voluntad lo que buscamos.
v.6. Hay diferentes efectos, operaciones o logros (2 Co. 2:14 - 16), pero es el mismo Dios el que nos utiliza, cuando quiere, donde quiere, y de la manera que quiere.
v.7. Los dones, ministerios y operaciones del Espíritu no son para que saquemos beneficios de ellos (como Simón el Mago), ni para fomentar el orgullo y la envidia, ni para causar división, sino para la gloria de Dios, y el bien y beneficio de toda la iglesia.
v.8-10. En estos versículos Pablo menciona algunos de estos dones espirituales.
1. “Palabra de sabiduría”: un conocimiento de los misterios del Evangelio y la capacidad de explicarlos. Puede también significar un buen juicio para tomar decisiones.
2. “Palabra de ciencia”: un conocimiento completo de las Escrituras, de los tipos, profecías y doctrinas de la Palabra (1 Co. 2:12,13).
3. “Fe”: fe milagrosa, o fe en el poder divino y en las promesas, por la que se pueden hacer milagros.
4. “Dones de sanidades”: poder para sanar a los enfermos, ya sea imponiendo las manos, ungiendo con aceite o con una palabra.
5. “Milagros”: poder para dar vista a los ciegos, oído a los sordos, o aun levantar a los muertos.
6. “Profecía”: la capacidad de adivinar acontecimientos futuros, o de explicar las Escrituras.
7. “Discernimiento de espíritus”: poder para distinguir entro los profetas falsos y los verdaderos, o discernir lo que es de Dios o de Satanás.
8. “Lenguas”: la capacidad de dar a conocer el Evangelio en una lengua no aprendida.
9. “Interpretación de lenguas”: cuando algo se decía en otra lengua, algunos tenían el poder de interpretarlo para el pueblo.
v.11. El Espíritu Santo da estos dones y capacidades no a todos los creyentes, sino un don a éste, otro don a aquél, como le place al Espíritu Santo. El es soberano en la distribución de sus dones y gracia.
v.12. El cuerpo humano tiene muchas partes, como manos, pies, oídos y ojos. A pesar de ser tan numerosos y diferentes estos miembros, sin embargo, son partes de un solo cuerpo. Forman un solo cuerpo. Así en la iglesia, el cuerpo de Cristo.
v.13. Ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres, viejos o jóvenes, hombres o mujeres, todo creyente ha sido bautizado en el cuerpo de Jesucristo. Cristo es la cabeza, y nosotros somos su cuerpo. Somos participantes de un solo Espíritu, una sola vida y un solo objetivo: la exaltación y gloria de Jesucristo (Col. 1:16-18; 1 Co. 10:17).
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