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viernes, 17 de junio de 2011

Promesas de sanidad en el nuevo testamento

Pasamos ahora en el Nuevo Testamento. Vamos a ver en el Nuevo Testamento si lo que hemos visto en el Antiguo Testamento es todavía la realidad para esta época. En Mateo 8:17 vemos la situación, muy conocida por nosotros, cuando la suegra de Pedro estaba con fiebre, y el Señor llegó a la casa y cuando la vio con fiebre, dice que apenas la tomó de la mano, la fiebre le dejó. Se levantó la suegra de Pedro y estaba tan contenta porque se le había ido la fiebre, que se puso a servirles. Preparó algo para el Señor y los que venían con El.

QUITO NUESTRAS ENFERMEDADES

Cuando cayó la tarde le trajeron muchos endemoniados y expulsó a los espíritus con su Palabra y sanó a todos los enfermos, “para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (mateo 8:17). Fíjate hermano, que ahora entramos en una profundidad mayor y en una seguridad mayor, y oye esto con cuidado, en una responsabilidad mayor con Dios. Vamos a entender eso claro porque es así; los primeros tres versículos que consideramos eran promesas de Señor, promete sanarte, promete quitar la enfermedad de en medio de ti promete que: “Yo soy el que sana todas tus dolencias”. EL es fiel a su palabra; pero ahora no son promesas, ahora es una obra ya hecha y consumada, ahora es algo que ya el señor lo hizo en la cruz...


Dice aquí: “El llevó nuestras dolencia”, eso es pasado, El llevó sobre Sí mismo nuestras enfermedades. Ahora sí el compromiso es serio, porque ahora ya Cristo sufrió un tormento terrible, un martirio como nadie ha sufrido para sanarnos a nosotros. Ahora, imagínate cuando uno se enferma. El diablo ataca con enfermedades a todo el mundo. Los siervos de Dios tienen la experiencia de verse atacados por síntomas de una cosa u otra y están, quizás a veces, días sintiendo malestar en tantos órganos del cuerpo. No te preocupes por eso, eso no tiene importancia alguna, pues eso que tú estás sintiendo lo llevó Cristo en su Cuerpo en la cruz. Eso es lo que te tiene que preocupar, que Cristo, por eso que tú estas Sintiendo, pagó un precio grande de martirio, de dolor, de sufrimiento.

SUFRIO TU ENFERMEDAD

Por eso el profeta Isaías dice en el capítulo 53,

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores. Isaías 53:4

Ahora no es cuestión de que promete sanarte, es que ya sufrió por tu enfermedad, ya pagó el precio por tu dolencia, la llevó sobre su propio cuerpo, por eso fue que sufrió porque sintió en su cuerpo el dolor de la enfermedad. Hay siervos de Dios que en ocasiones ministran de pronto sientes un dolor terrible en el corazón y saben qué es, que hay una persona ahí donde ellos están predicando que tiene en el corazón un malestar similar al que él siente y lo llaman: “Aquí hay alguien que tiene un dolor terrible en el corazón”. La persona pasa y es sanada por la oración de fe. Antes de sanarse, el siervo de Dios sintió el Dolor sobre sí mismo. Algo semejante a lo que sucedió con Cristo en la cruz del Calvario, El sintió en su cuerpo el dolor de nuestra enfermedad. Cuanto dolor puedes sentir tú o malestar, lo sintió ya el Señor y tú tienes derecho a ser sanado, pues ya El pagó el precio por tu sanidad.

VISUALIZA A CRISTO

Por eso dice la Biblia: que El ciertamente sufrió. Sufrimiento real y terrible como hombre, y hoy día Dios permite que algunos siervos sientan algo similar, pequeño, no tan terrible como lo sintió el Señor, para que veamos que es una realidad literal y tengamos cuidado que cuando viene una enfermedad no nos dejemos engañar por el diablo y visualicemos enseguida a Jesús en la cruz y el rostro de dolor del Señor, de sufrimiento; sentir el dolor por eso que te ha tratado de poner el diablo. Quiere decir, que ahí tú tienes que reclamar: “Tú ya sufriste por eso, por lo tanto yo estoy libre, estoy sano, ya tú pagaste el precio por esto, no puedo enfermarme, mentiras del diablo”, y le caes arriba a Satanás con esa espada en la mano. Repita esa palabra, que cada vez que tú la digas, es como si le dieras un golpe con esa espada a Satanás hasta que se tiene que ir.

RESISTE AL DIABLO CON LA PALABRA

La palabra dice:

Resistid al diablo y huirá de vosotros. Santiago 4:7

¿Y como le vas a resistir? Con la espada del espíritu, que es la Palabra de Dios. Dice la palabra de Dios, y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con a palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos. Mateo 8:16

Tú echas fuera los demonios también con Su Palabra. Porque según hablas la Palabra y la citas, la fe en ti va aumentando; de momento el diablo no resiste más esa Palabra, lo cortas, cada vez que tú hablas la Palabra, Satanás siente el golpe, el martillazo que tú le das.

El problema con muchos cristianos es que no tienen su corazón en el señor. No entienden el poder que hay en la Palabra y la autoridad que hay en nosotros. Cuando viene el síntoma se atemorizan y en vez de tirarse al suelo y reclamarle a Dios su promesa; empezar a hablar esa palabra y visualizar a cristo en la cruz, visualizar en el cuerpo del Señor esa enfermedad y pelear contra el diablo con la autoridad de Cristo, y ganar la batalla y honrar a Dios con su victoria, les da temor, y antes de pensarlo dos veces ya están corriendo para el médico a buscar medicinas, a buscar alivio, cuando Cristo ya pagó un precio terrible de sufrimiento por ese malestar.

Ve, visualiza cuidadosamente lo que implica salir corriendo, cuando llega el síntoma, hacia una ayuda humana, y visualiza lo que pensará el Señor, que está al lado tuyo, que murió y pagó un precio terrible por esa enfermedad. Imagínate lo que el Señor pensará y lo que el Señor dirá: “Pero después que yo sufrí aquel martirio y llevé eso en mi propio cuerpo, ahora corres a alguien que puede fallar y no corres hacía mí que no fallo nunca”. Es una situación más seria de lo que a veces consideramos y de lo que a veces creemos.

NO DUDES

Acuérdate de que sin fe es imposible agradar a Dios. Porque al moverte en otra dirección implica que uno duda de que esto sea verdad, como que uno teme que Dios pueda estar en otro sitio y no esté pendiente del asunto; que El se haya ido de vacaciones como los baales. Pero, el Señor está presente ahí como un poderoso gigante, al lado de nosotros, atento a nuestra oración, con la mano extendida para la victoria y no será tardo, dice la Biblia, en hacer justicia a los que claman a El, día y noche.

Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. Jeremías 20:11

POR SUS LLAGAS TU FUISTE SANADO YA

Primera de Pedro, capítulo 2, verso 24, confirma lo que acabamos de hablar en una forma, quizás más profunda. Cuando hablaba en el Evangelio de San Mateo, esa obra maravillosa de Cristo, El no había muerto todavía en la cruz del Calvario; eso estaba escrito ahí proféticamente. Pero ahora en 1 Pedro, capítulo 2, verso 24, ya Cristo no solamente murió en la cruz e hizo la obra, sino que se fue al cielo ya y está arriba a la diestra del Padre. Quiere decir, que ahora el es de más profundidad y de más confianza aun para nosotros. Verso 24 dice:

Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

Fíjate como habla muy claro en pasado que por Su herida tú fuisteis sanado ya. Diciéndonos claro, que en Su cuerpo lastimado, molido y deshecho, El llevó tu enfermedad en el madero del Calvario, así como llevó tu pecado.

JESÚS: SALVADOR-SANADOR

Cuando Tú cometes una falta y vienes al Señor, vienes con Confianza, porque tú sabes que ya Cristo llevó eso en la cruz y te acercas con confianza a Dios, amparado en los méritos de Jesucristo. Le dices con confianza: “Señor, perdóname, he cometido una falta, ten misericordia, yo sé que Cristo las llevó en la cruz por mí y Su sangre me limpió de pecado”. Tú quedas perdonado instantáneamente, ya que Cristo hizo eso en el calvario y pagó el precio en la cruz.

Ese mismo precio pagó por la enfermedad, por eso es que el Salmo 103:2 dice: “No olvides”; nos da una orden. Eso no es si te gusta o no te gusta, aquí ya no vivimos a base del gusto nuestro, aquí vivimos a base de la palabra de Dios, esa es la lámpara para nuestros pies. Eso lo que ordena la Palabra, que no se olviden los beneficios que el Señor compró en la cruz para ti, que nos salvó en la cruz, que se llevó todos los pecados, que en Su cuerpo sintió el peso del pecado. Fue hecho pecado por culpa nuestra y también fue enfermado por culpa nuestra y sufrió el dolor de las enfermedades, conforme dice la palabra para nuestra bendición.

Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. Salmos 119:105

NO DESMERITES UN SACRIFICIO TAN SUBLIME

Es decir, que la responsabilidad nuestra en cuanto a la sanidad divina es mucha más profunda de lo que muchos se creen, porque cada vez que uno en vez de ir a Cristo va a otras fuentes, llámelo como lo llame, tú estás automáticamente quitando el valor al sacrificio que hizo el señor en la cruz y automática- mente tú estás dudando de que el Señor realmente haya hecho una obra como esa.

Fíjate hermano, que ya no es cuestión de que te va a sanar, no es cuestión de que te va a dar la victoria, es cuestión de que ya te sanó en la cruz. Ahora tú vienes al Señor cuando te ataque una enfermedad, y vienes en una actitud muy distinta al que no conoce la Biblia, vienes en la actitud de: “ Tú me sanaste en la cruz, Tú llevaste esto en el Calvario, yo estoy sano por tu Palabra, reclamo lo que Tú hiciste para mí”. Cuando ustedes ven los hermanos que vienen y dicen: “Señor, sáname, si Tú me sanaras”. Eso muestra ignorancia total de lo que esta en la Biblia. Eso es una ignorancia, el pueblo de Dios se supone que conozca la Palabra de Dios.

Mira, esta es nuestra responsabilidad, conocer cada día más de Cristo para vivir en victoria grande y profunda contra el diablo. Por eso es que Pablo dice en la Palabra, “redimid el tiempo”, y dice, “no como necios”, nos dice necios si perdemos el tiempo, dice: “porque los días son malos” (Efesios 5:15-16). Este es un tiempo malo, difícil, peligroso; hay que redimir, aprovechar el tiempo en las cosas de Dios para que cada día crezcamos más en las cosas del Señor, y venga el diablo con lo que venga, estemos como soldados y le digamos, “¿para dónde vienes diablo? Aquí está un soldado del ejército celestial”, y con la palabra, lo echemos fuera. Resistid al diablo con la palabra, con la espada del espíritu, y de vosotros huirá.

Aún dice más; dice:

Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. Romanos 16:20

Ponle tus pies sobre el cráneo a Satanás, en el nombre de Jesucristo. Cuando hay fe, conocemos la Palabra, hablamos la Palabra, y vivimos la Palabra, siempre tenemos los pies pesados sobre la cabeza del diablo. Si Cristo hizo un sacrificio tan sublime y pasó un dolor tan profundo por nosotros, realmente sería muy desagradable para Dios que nos olvidáramos de algo tan grande como lo que El hizo.

HABLA Y VIVE LA PALABRA

Hermano, te voy a decir en forma clara, y no te molestes conmigo por decir la verdad, porque yo lo que quiero es que crezcas. Se pueden contar con las manos los que en el pueblo de Dios viven esta Palabra. En el pueblo de Dios, empezando por los siervos de Dios, pastores y evangelistas, son lo primeros que cuando les duele una uña corren para el médico y se les olvida que Cristo sufrió por eso, que Cristo pagó por eso que Cristo murió por eso, que Cristo los sanó en la Cruz y no se le paran de frente al diablo y le dicen: “diablo, tengo autoridad sobre ti”, y digo esto en el amor de Dios y para bendición de los hermanos.

Nosotros, los siervos de Dios, que Dios nos ha puesto a predicar, pastores y evangelistas, somos los más responsables de depender de Cristo y dar ejemplo de que esta Palabra es toda verdad. El diablo me ha atacado a mí con enfermedades desde que me convertí, en la garganta, en el corazón, en las rodillas. Cuántas veces el diablo me ha hecho tratar de creer que la artritis ha vuelto, yo le digo: “Mira charlatán, mentiroso estoy sano desde la mollera hasta la planta de los pies, retírate de mi presencia”. Alabado sea Dios. Y sigo andando tranquilo hasta que desaparece, y ni me paro, ni me acuesto, sólo hablo la Palabra, hablo victoria y sigo sirviéndole a Dios.

DOLOR DE CORAZON DESAPARECE

En una ocasión yo tuve que trabajar en forma muy forzada en mi país, salía noche tras noche a distintos lugares en mi vehículo a predicar la Palabra y regresaba a la una de la madrugada a mi casa y al otro día trabajaba como profesor de ciencia en la escuela, y por la tarde volvía y salía y llegaba otra vez a la una de la mañana y eso fue por meses. De pronto me comenzó un dolor en el corazón, aquello era terrible, yo oraba y ahí se quedaba, y volvía y oraba y no me sanaba. Amanecía por la mañana con ese dolor y esa pesadez dentro del pecho, entendía que había una lesión ahí, pero no la aceptaba. De ninguna manera lo aceptaba. Sólo hablaba: “Por tus llagas yo fui sanado, yo estoy sano”.

¿A QUIEN CREER?

¿A quién iba a creer, al síntoma, o a la palabra? A uno de los dos tenía que creer. ¿Cuál era la verdad? ¿La Palabra o el síntoma tan real y tan terrible? La Palabra es la verdad, por lo tanto el síntoma era una mentira.

Ahora, tenía el dolor en el corazón y era una realidad que lo sentía. Si eso era la verdad, entonces la Palabra de Dios es una mentira. La palabra dice, que por Sus llagas yo fui sanado. Estuve en esa batalla semanas y un día llegó a casa un siervo de Dios muy íntimo en mi vida y mi ministerio y me dijo:

-¿Tú sabes a que vengo?
-¿A qué? –le dije.
-A que ores por mí porque tengo un dolor en el corazón que no lo resisto –me contestó.
-Pues voy a poner la mano en tu corazón y voy a reprender ese diablo, y tú pones la mano en mi corazón y reprendes el que yo tengo aquí también –le dije.

Nos arrodillamos los dos y yo puse la mano en el corazón de él y él la puso la suya sobre el mío. Los dos reprendimos y los dos quedamos sanos en un segundo. Nos pusimos de pie y nos echamos a reír, nos reímos en la cara del diablo y danzamos abrazados por el cuarto.

LA PALABRA ES LA VERDAD

Fiel y verdadero es el Dios que prometió. Tu tienes que saber esperar en el Señor, si la fe no te alcanza para ser sano en el momento de la oración, espera confiado. El diablo te va a decir: “Te mueres”. Dile: “No me muero, el que está muerto, diablo, eres tú, derrotado y mentiroso”.

“Ahora no vas a poder predicar”.

Dile: “Ahora es que voy a predicar con gozo, ahora es que voy a levantar la voz como una trompeta diablo, estas siempre derrotado”. Estamos siempre en victoria si hay fe, si hablamos la Palabra, vivimos la Palabra, creemos la palabra, no hay diablo que nos pueda avergonzar ni subyugar. Dios siempre nos da la victoria.

SOLO CREE

Ahora, el Señor dice en su Palabra:

Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. Salmo 37:5

Quiere decir que no siempre nos da la victoria instantáneamente. ¿Por qué es eso? En el segundo en que tú oras ya estás sano. Dios lo decreta instantáneamente, pero a veces no lo manifiesta enseguida para probar si es verdad que tú estás creyendo, si es verdad que tú puedes esperar en El, si es verdad que tú Crees más a la Palabra que a un síntoma mentiroso que el diablo ha puesto, y ahí nos prueba a veces un día, dos días, una semana o dos semanas, Pero sigue hablando la Palabra, hablando victoria y caminando hacia delante, sirviendo a Dios. ¡Sea bendito el nombre de Jesús! Somos más que vencedores por aquel santo que nos amó ¡Qué linda es la Palabra del Señor! Lo más maravilloso es que es verdad. Cristo dijo: “La verdad es mi Palabra.

La suma de tu palabra es verdad, Y eterno es todo juicio de tu justicia. Salmos 119:160

Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Juan 17:17

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