¿Por qué necesitamos la revelación? Porque en ella están escondidos el poder y la gloria de Dios para nuestras vidas.
“Más bien, exponemos el misterio de la sabiduría de Dios, una sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra gloria desde la eternidad”. 1 Cor. 2:7.
El conocimiento de Dios nos debe ser revelado, conocer la biblia es el primer paso de la revelación. ¿Por qué muchas personas conocen las escrituras pero no las viven? Porque no les fue revelada en su espíritu. El conocimiento mental o normal es lo que aprendimos desde pequeños en la escuela, pero no es la revelación de Dios. Cuando Dios nos revela algo, por ejemplo, que el es nuestro proveedor, recibimos una fe sobrenatural para poder experimentar al Dios todopoderoso como “Jehová Jireh” (El Señor que me provee)
La revelación de las escrituras es una iluminación de Dios a nuestro espíritu que nos hace ver la realidad espiritual y eterna de una verdad bíblica, la mente solo es un instrumento que procesa esa revelación de Dios, pero si la mente solo tiene un conocimiento sin el toque del espíritu, nos frustramos, porque no podemos tener la experiencia real...
¿Qué produce la revelación?
Una fe sobrenatural
Una seguridad y firmeza interior
Paz y alegría
Adoración a Dios
Un comprensión completa y profunda
Una sello espiritual de por vida
Una Experiencia concreta de acuerdo a lo revelado
Por ejemplo tú sabes que Jesús es tu salvador, nadie podría quitarte esa verdad, es una realidad y una experiencia que has tenido, eso es porque tienes una revelación. Otra persona estudio que Jesús “es un salvador según la biblia” y le parece bueno, pero no lo vive.
Todo lo que necesitamos es buscar la revelación. Muchas personas antes de recibir un milagro ya sea en sus finanzas, en su salud o en cualquier otra situación han dado testimonio de haber tenido la “seguridad” que eso sucedería, porque en algún momento previo les fue revelada una faceta de Dios que luego se manifestó.
Muchos fracasan en su vida cristiana por que no han recibido esta clase de conocimiento revelado. Dios es tu ayudador, tu guía, tu compañero, tu defensor, tu sanador, tu proveedor, tu maestro, tu salvador... el es el gran “Yo Soy” ¡Cuánto necesitamos la revelación! Es nuestra lucha cotidiana el poder aferrarnos a la verdad de Dios para que la podamos recibir y experimentar.
La medida de fe que nos fue dada, es suficiente para conectarse con estas verdades eternas. La cruz es un suceso que esta concebido en el plano eterno. Aun en el huerto del edén, Adán y Eva estaban teniendo un anticipo de la verdad de la cruz, teniendo fe en las figuras de la obra de Cristo, por ejemplo con la piel que Dios los cubrió, es el símbolo del sacrificio de Cristo por ellos, esa piel fue de un animal que fue sacrificado por ellos y así en todo el antiguo testamento existen estas figuras tipos de Cristo. Y nosotros como creyentes después de Cristo tenemos las promesas consumadas como un hecho pasado y eterno al mismo tiempo, al cual accedemos por medio de la fe revelada.
“Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz”. Salmos 36:9
Dios es luz y esa luz siempre esta iluminando, Jesús es la luz del mundo y su luz de vida eterna nunca se apaga, somos nosotros los que tenemos que capturarla. El sol ilumina completamente una casa, pero si esa casa esta herméticamente cerrada, estaremos en oscuridad, solo cuando abramos un poco la puerta entrará una porción de luz.
El salmo 36:9 significa que nosotros necesitamos una luz para ciertas cosas, alguna revelación a nuestra necesidad y la luz de Dios hace que nosotros recibamos esa luz especifica y personal. La luz de Dios lo tiene todo, es como el arco iris, los colores son desplegados desde una sola luz, la cual contiene todo en si. Si descomponemos la luz física con un prisma, pasa lo mismo, desde un solo rayo de luz blanca un prisma es atravesado y refleja varios colores.
El salmo 36:9 nos dice exactamente eso, por eso dice: “En su luz (la de Dios) veremos la luz (la necesidad personal)” (salmo 36:9)
¿Cómo recibimos las revelaciones de Dios?
Una de las respuestas nos la da proverbios 4, que desde el versículo 1 hasta el 13 nos habla de la sabiduría de Dios, que es la revelación, y nos recalca una y otra vez con palabras como estas: “oíd la enseñanza”, “retenla”, “No desamparéis mi ley”, “guárdala”, “recibe mis razones”, “Adquiere”, “no la dejes”, “ámala”, “Abrázala”. Estando diligentemente atentos a recibir, aprender y buscar la revelación de Dios en comunión con el, en oración, en ayunos y meditación de sus palabras, tenderemos una respuesta y se nos abrirán los ojos de nuestro entendimiento. Tal vez no sea instantáneo, a veces nos puede llevar un tiempo.
La revelación a veces puede ser transferida por otras personas que ya la han recibido, pero en ocasiones, esto no es suficiente, necesitamos algo más personal.
Hay algo que solo lo encontramos a solas con Él. Si alguien te presta o regala dinero, es una bendición si lo estás necesitando, pero mayor es que puedas tener tu propia fuente de ingresos constantes, lo mismo pasa con la revelación, es mejor si la encontramos nosotros mismo buscándola.
Busca, desea, abre tu corazón y tu mente, llénate con el Espíritu Santo cada día y la luz de Dios llenará cada parte de tu ser.
Pongamos un broche de oro con Proverbios 4:18: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto”.
Si la luz aumenta, nuestra vida se va perfeccionando.
Publicado por: Por Esteban Correa
Tomado de: http://avanzapormas.com
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