1 Timoteo 6:7.
El reloj marcaba las 2:17 de la mañana, en uno de los más grandes y famosos casinos de Las Vegas. La pequeña multitud allí reunida aguardaba, ansiosa, el resultado final.
Paul Estgate, un joven dinamarqués de 22 años, moreno, de cabellos ondulados, miró hacia todos los lados; respiró hondo; colocó la última carta sobre la mesa… Y profirió el grito de victoria. ¡Acababa de ganar 9,15 millones de dólares, en el campeonato mundial de póker! Sucedió esta madrugada, mientras en Santa fe, capital del estado de Nuevo Méjico, nevaba con sutileza.
Con la vista perdida a través de mi ventana contemplo el paisaje de una mañana típica de invierno, y pienso en Paul, el nuevo millonario...
“Nada hemos traído a este mundo”, dice Pablo. ¡Cuánta filosofía en pocas palabras! Pero, aunque Paul nada trajo, en estos momentos es dueño de una pequeña fortuna; nueve millones son nueve millones… Supongo que él ganará mucho más a lo largo de la vida. A fin de cuentas, es joven y tiene todos los años por delante. Sin embargo, un día, como todos los mortales, dejará también de existir. Y ese día, afirma Pablo, nada podrá sacar.
Sin considerar la manera en que el joven dinamarqués ganó ese dinero, me impresiona saber que Pablo dice esto a otro joven. Timoteo, en aquel tiempo, estaba comenzando la carrera de su vida. Tenía mucho que aprender, y el anciano apóstol lo induce a pensar en la oportunidad valiosa que significa el corto período de existencia que permaneceremos en esta tierra.
¿Cuál es la meta de tu vida? ¿Hacer dinero, lograr fama y conquistar poder? ¿Acumular riquezas y posesiones; construir imperios y mansiones? ¿Dónde quedan las personas que amas, mientras corres obsesionado detrás de lo que estableciste como el blanco de tu vida?
El mensaje central de hoy es que, tal vez, no sea tan valioso correr buscando simplemente cosas. Al concluir la vida, nada llevarás. Quién sabe, lo único que haya realmente valído sea los momentos que viviste al lado de las personas queridas que te rodearon.
Empieza este nuevo día corriendo detrás de tus ideales. El Señor Jesús está a tu lado; no temas a nada. Pero, no te olvides de que “nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”.
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